viernes, 15 de marzo de 2013

El Bambú Japonés

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, hasta tal punto que el cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas... ¡¡¡ la planta crece más de 30 metros ¡¡¡ ¿Tardó solo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas para desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente el resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados a corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente de que sólo llegan al éxito aquellos que se mantienen de forma perseverante y coherente, y saben esperar el momento adecuado. De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), debemos recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -mientras no bajemos los brazos - ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperábamos, sí está sucediendo algo: ESTAMOS CRECIENDO. 


Esto, me parece a mí, es lo mismo que ocurre con la EDUCACIÓN. No podemos tener prisa en ver los resultados de los cambios que se llevan a cabo, éstos sólo se aprecian a largo plazo. Por ejemplo: si se implantan cambios en la etapa de educación primaria, veremos si son beneficiosos o no, o si necesitan alguna modificación al finalizar todo el periodo. El cambio sólo es posible si le damos tiempo. El sistema educativo ha sufrido transformaciones provocadas por los cambios sociales y principalmente por las innovaciones tecnológicas, pero aun falta tiempo para que algunas de ellas echen raíces. Han sido cambios a nivel de institución o de organización pero en ocasiones no se ha dado tiempo a que esas modificaciones lleguen al aula, que es donde verdaderamente se ve el tipo de adaptaciones que necesitan para ser cambios positivos. Por eso plantear cambios en la educación es un desafío, debemos ser constantes, tener paciencia, comprometernos, esperar largo tiempo para ver los resultados…, pero merece la pena si todo es en beneficio del proceso de enseñanza-aprendizaje. Es como el bambú japonés: se siembra, se abona y se riega constantemente para que los resultados maduren y sean lo más robustos posible.